Hoy toca viajar con la imaginación. Y con ella descubrimos un Oriente Lejano donde la magia cautiva a toda la familia. Y es que al Teatro Sanpol de Madrid regresa ‘Aladino y la lámpara (El musical)’ de la mano de la compañía La Bicicleta, quien ya lleva años y experiencia en su mochila sobre cómo hacer realidad sobre las tablas de un escenario los sueños de los más pequeños de la casa. Su estreno se remonta a octubre de 2008 y desde entonces es una de las producciones que no ha dejado de cosechar éxitos y ser aplaudida por el público.
Versión renovada pero fiel de ‘Aladino y la lámpara’
El juguetón e idealista Aladino, la hermosa princesa Badulbudur (cuyo nombre crea más de un momento cómico), el malvado e intrigante mago africano, el rey juguetón (la risa está garantizada con su gestualidad), la valerosa y amorosa madre y el descomunal y magnífico genio burlón hacen de esta fábula oriental una cita ideal para disfrutar con nuestros hijos. Danzas y canciones pegadizas mueven nuestros pies en las butacas en una versión musical renovada bastante fiel al clásico cuento de ‘Las mil y una noches’.
Nuestro joven protagonista, engañado por un malvado brujo, se adentra en una cueva para recuperar una lámpara de aceite mágica. Pero, tras se traicionado por el hechicero, Aladino se queda con el objeto, descubriendo que en él habita un genio que está obligado a obedecer al dueño del candil. Así arranca una historia donde hay luchas, amor, ingenio y mucha, mucha magia. El desenlace de la obra os espera en el Teatro infantil San Pol.
El montaje, siempre bien resulto, da respuesta a todas las necesidades de la obra con un espléndido decorado con castillos que aparecen y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos y una auténtica alfombra voladora. Claro, que todo es posible si se tiene una lámpara mágica y un grandullón genio a nuestro servicio.
El aprendizaje que deja Aladino a niños y mayores
Aladino es una de las historias de ‘Las mil y una noches’ (donde también se incluyen, por ejemplo, ‘Simbad, el marino’ y ‘Alí Babá y los Cuarenta ladrones’), célebre recopilación medieval en lengua árabe de cuentos tradicionales recogidos a partir del siglo IX, y una de las más populares en la cultura occidental.
Sin embrago, no pertenece a la colección original árabe, sino que fue añadida en el siglo XVII por el francés Antoine Galland, el primer traductor europeo de la obra, quien la había escuchado a un cuentista cristiano sirio. Y como siempre, el relato que hoy conocemos a través tanto de la literatura como de otras expresiones artísticas es más edulcorado que su narración original.
El grupo H21 (Ángel Padilla, Javier Marín y Ángel Padilla) es el encargado de poner música a esta aventura fantástica teatral y a uno de los clásicos infantiles por excelencia que dirige José Páez con adaptación de Julio Jaime Fischtel. Como veis hay experiencia sobrada y premiada entre bambalinas.
No solo disfrutamos del espectáculo, también aprendemos con nuestros hijos palabras como ‘atalaya’, ‘pantagruélico’, ‘presagios’, ‘esponsorios’, ‘sarraceno’… porque los de la compañía La Bicicleta saben como jugar, entretener y enseñar a un niño. La obra es un viaje de la pobreza a la riqueza y en la visión de los clásicos, de la infelicidad a la felicidad.
Pero la verdadera moraleja se encuentra en el camino que recorre Aladino en su interior, desde la inmadurez de su juventud a la responsabilidad y la humildad de su vida adulta. Y a pesar de que al principio consigue su fortuna sin esfuerzo, de manera casual, luego logra mantenerla y triunfar ante las adversidades porque se demuestra inteligente, justo y responsable. Todo un aprendizaje. Además, casi sin darnos cuenta nos sumergen a debatir y exponer en familia cuáles son nuestros deseos. ¿Os atrevéis a preguntar que tres deseos pedirían vuestros peques?