Las salidas de los fines de semana pueden incluir también un elemento educativo, y ese fue el objetivo que nos pusimos papá y mamá en casa cuando reservamos una visita a GREFA o Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat, una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que nace en 1981 como asociación para el estudio y conservación de la naturaleza.
Conociendo un poco más la increíble labor de GREFA
‘Eso no es un zoo ni tampoco una granja escuela’. Con esta contundente frase por parte del guía asignado para la visita comienza nuestro recorrido por las instalaciones de GREFA en Majadahonda (Madrid). La verdad es que esta declaración de intenciones nos hizo pensar en todos esos lugares que ‘nos encantan a los padres para nuestros hijos’ y que albergan animales simplemente para que las familias vayamos a verlos.
Aquí en GREFA todo es distinto. Su labor va más allá de contemplar distintas especies y hacerse una foto con ellas para enviárselas a los abuelos (de hecho aquí a todas las aves se las ve a través de cristales y no se las puede tocar), en GREFA se dedican a estudiar y a conservar la fauna, a recuperar ejemplares heridos, a reintroducir especies amenazadas y, sobre todo, a la educación ambiental.
‘GREFA siempre ha apostado por la educación ambiental, considerando a ésta una herramienta básica para lograr nuestros objetivos: la conservación de la fauna y de los espacios naturales que le dan cobijo. En este sentido se han creado unas instalaciones dedicadas a la educación ambiental las cuales albergan una gran variedad de especies de aves: águilas, cernícalos, lechuzas, buitres, cigüeñas, etc. Todas las instalaciones recrean los hábitats correspondientes a las especies alojadas’, explican desde la organización.
Nuestra primera parada es la sala médica. Tenemos la ‘suerte’ de ver cómo un equipo de veterinarios, la mayoría voluntarios, están asistiendo a un águila. Nos piden, aunque lo vemos todo desde la distancia y a través de grandes ventanales, que hablemos bajito. Mis hijas -y yo también- nos impresionamos viendo cómo tratan la herida que presenta.
De camino a la sala de las lechuzas, nos cuentan la historia de los dos flamencos. Al parecer trajeron a uno que estaba herido. Le curaron, le alimentaron, le mimaron, en fin, hicieron todo lo que estaba en su mano para que el animal volviese a sonreír, pero permanecía pegado en el cristal triste, ¡como si esperase a alguien!
El flamenco es un animal gregario que necesita estar en grupo, así que verlo deprimido, le pusieron un espejo y… ¡funcionó! Cuando se miraba, el pelícano pensaba que estaba rodeado de más ‘amigos’ y todo cambió.
En nuestro recorrido pasamos por distintas estancias, todas recreadas como si fuera el hábitat natural de cada una de las especies, y aprendemos por qué no debemos destruir los nidos de los murciélagos o las golondrinas: son depredadores naturales que se comen moscas y mosquitos que transmiten enfermedades infecciosas y, por lo tanto, ejercen una labor de protección hacia el ganado, el campo y los seres humanos.
También nos dan instrucciones de lo que debemos hacer si nos encontramos un animal herido: llamar lo antes posible a GREFA, mantenerlo en un lugar a oscuras, tranquilo y a unos 30º de temperatura, no darle ni bebida ni comida y, si lo trasladamos nosotros, que sea en una caja cerrada, que no le permita aletear y que tenga agujeros para su ventilación.
Si te ha gustado todo lo que te he contado y quieres conocer en primera persona la labor de GREFA, puedes reservar tu plaza (son grupo de 15-20 personas) llamando al 91 638 75 57. Las visitas guiadas se realizan todos los sábados, domingos y festivos a las 11:30 horas y suele tener una duración de dos horas, es decir, hasta las 13.30 horas. El coste de la misma es de 5€ por persona y gratuita para menores de 4 años.