Una de las visitas que teníamos pendiente desde hace bastante tiempo pero que había pospuesto en varias ocasiones y que nos hacía mucha ilusión era entrar en la Estación Fantasma de Chamberí. ¿Tú tampoco has estado con tus hijos? ¡No sabes lo que te estás perdiendo!
Leyendas y secretos en la Estación Fantasma de Chamberí
El metro de Madrid ofrece desde hace tiempo a los ciudadanos lo que llaman Andén Cero, un conjunto de museos suburbanos que sumerge al visitante en la historia de este medio de transporte revolucionario para la ciudad de Madrid y sin el que a día de hoy no podríamos vivir. Habíamos oído y leído tanto sobre ello y, en concreto sobre la Estación Fantasma de Chamberí, que quisimos también nosotros ser partícipes de esta experiencia gratuita (viernes: de 16:00 a 20:00 horas, sábados: de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 20:00 horas y domingos: de 10:00 a 14:00 horas).
Tengo que decir que todo estuvo de de 10, empezando por el personal encargado de enseñarnos la estación, ¡es excepcional! Su simpatía y educación convierte al visitante en alguien de la casa y las medidas sanitarias efectivas al 100 %. Apuntar que no se pueden hacer fotos sin mascarilla y tampoco vídeos. Al fin y al cabo, lo verdaderamente interesante es acercarse y sumergirse en otra época con cientos de curiosidades por descubrir.
Lo primero que llama la atención de la estación fantasma de Chamberí son sus taquillas. Solo trabajaban en ellas mujeres solteras y se vendían los tickets por tramos.
El responsable del diseño del metro es el arquitecto Antonio Palacios y gracias a él nos transformamos en ciudadanos de los años 50 y 60 bajando unos escalones que brillan (para evitar resbalones), recorriendo pasillos de azulejo blanco, tan característico de aquella época, y recalando en un andén que nos llama la atención por su corto recorrido.
Acostumbrados a los metros modernos, nos cuesta imaginarnos esa primera Línea del suburbano de Madrid, allá por 1919, de la que formaba parte la estación de Chamberí.
Nuestra intención se aleja de desvelaros todos sus secretos. Por el contrario, queremos animaros a visitar los museos suburbanos -además de la estación fantasma de Chamberí tienes la Nave de Motores, el vestíbulo de Pacífico y las estaciones de Carpetana y Ópera -maravillas a nuestro alcance y que quizás no les prestamos la atención que realmente se merecen.
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Sí queremos comentaros que la publicidad de la época, la primigenia, a base de azulejos e impresionantes escudos, sigue en buen estado. Los anuncios son auténticas obras de arte que cuesta dejar de mirar al cuidado de unos funcionarios experimentados.
A los niños les han encantado los pasillos, los carteles indicativos de las paradas de la línea y, sobretodo, “la manta del muerto” y el “botijo”. No os lo perdáis, cada una de las anécdotas te empuja a imaginar otra vida, otra forma de ser o sentir en la misma ciudad en la que tú estás viviendo ahora mismo con tu familia y amigos. Enhorabuena, Metro de Madrid, estamos convencidos de que hay decenas de formas de disfrutar el arte.
Para finalizar, contaros que hay una razón muy razonable para que la estación de Chamberí fuera denominada como fantasma. ¿Os lo chivamos? ¿Quieres conocerla? Lo sentimos, pero esta vez ese deseo no te lo vamos a conceder y vamos a dejar que tú nos lo cuentes tras vuestra visita, ¿te parece?