Lo tenemos tan cerca que nunca encontrábamos el momento para organizar ‘una excursión’ al rastro de Madrid y eso que de pequeña era una de las cosas que siempre hacía con mi padre los domingos: acostarme pronto el sábado para levantarme descansada la mañana siguiente, coger el autobus (solo seis paradas) y plantarme en la plaza de Cascorro. Pero por fin hemos encontrado el día para repetir esta salida con mis hijas. La historia se repite y con éxito.
Niños y niñas, ¡bienvenidos al rastro de Madrid!
Aprovechamos un domingo de junio en el que el calor aún no es sofocante y mucha gente opta por escapar del ruido de la ciudad para visitar uno de los sitios más castizos y emblemáticos de la ciudad como si fuésemos unos turistas más. El rastro de Madrid con sus puestos, sus tiendas, sus comerciantes y su gente nos espera. Un lugar en el que se puede encontrar ‘de todo’, o eso se comentaba cuando yo era pequeña y quizás habría que matizar y decir ‘casi de todo’.
Las motivaciones de mis hijas son dispares. Mientras que la mayor se ha hecho fan de cualquier tipo de mercadillo (el del pueblo al lado de nuestro lugar de veraneo, el de la playa, el que tenemos justo cerca de nuestra residencia habitual…), la pequeña se ha interesado por este popular rincón de la capital porque sus compañeros de colegio le han dicho que aquí se pueden intercambiar cromos de Pokemon.
Al igual que hicimos nosotros, te recomiendo que vayas a primera hora porque luego se empieza a masificar y los más pequeños no podrán ver bien los puestos y sorprenderse con algunas cosas curiosas que podrán encontrar a lo largo de la calle Ribera de Curtidores, pero también en las calles adyacentes como la de los pájaros o la de los pintores hasta bajar a la ronda de Toledo.
Personalmente me encantó volver a visitar los puestos de tebeos cercanos a la plaza el Campillo. Y, confieso, que me compré algunos antiguos de ‘Esther y su mundo’, de Purita Campos con la que que creció toda mi generación. ¡Me encantaban y me siguen fascinando lo actual que son algunos de los temas que en su época se trataban!
También me gustó mucho visitar (no lo había hecho hasta ahora) uno de los sitios más antiguos del rastro de Madrid, el Corralón (Calle Arniches, 5), pararnos a comprar un barquillo o escuchar a los músicos que tocan al aire libre con su guitarra o su saxofón.
Si vais más cerca de la hora del aperitivo, no dejes de pasarte por el bar de La Paloma en la calle Toledo. Allí podrás degustar las mejores gambas a la plancha, los boquerones en vinagre más sabrosos y las anchoas más espectaculares. ¡Qué ganas de repetir!