¿Has pensado alguna vez llevar a tus hijos a clases de yoga o empezar a tener contacto con esta disciplina desde casa? Hacer yoga con los niños hará que en el futuro sean adultos más conscientes de su yo interior, de su cuerpo, de su mente y puedan disfrutar de una vida en mayor equilibrio, bienestar y salud. ¿Empezamos?
Beneficios de que los niños practiquen yoga
El yoga es una herramienta que, tanto los niños como los adultos, podemos practicar y que nos proporciona una manera estupenda de explorar nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente. Además, nos ayuda a encontrar mayor bienestar en nuestras ajetreadas vidas y en las de nuestros peques.
Como te digo, todos podemos practicar el yoga, por supuesto, adaptándolo a las características y condición física de quien lo va a practicar, ya que en su práctica es fundamental escuchar al cuerpo, amorosa y conscientemente, para trabajarlo sin dañarlo.
En el caso que nos ocupa hoy, cómo improvisar en casa una clase de yoga con los niños y cómo llevar a cabo sus pranayamas (respiraciones) y sus asanas (posturas), hay una serie de herramientas que no pueden faltar: el juego, las canciones y los cuentos.
Y es que estarás de acuerdo conmigo en que no hay mejor manera de aprender algo nuevo que jugando. Así lo dicen los expertos: la diversión y el juego son básicos y necesarios en el crecimiento de nuestros hijos, aunque yo diría es imprescindible en la vida entera.
Y este es mi trabajo: acompañar a los niños en la práctica del yoga mientras juegan, cantan y escuchan cuentos para sin darse cuenta integrar los beneficios de reconocer su cuerpo, conectar con su respiración, conocer sus emociones e ir aprendiendo a entenderlo y acompañarlo en su crecimiento diario, en su día a día.
Cómo transformar juegos tradicionales en ejercicios yoga
¿Y si te dijera que tú también puedes ayudar a tus hijos en esta tarea pues, con tan solo algo de imaginación, hay muchos juegos tradicionales que se pueden transformar en juegos de yoga? Seguro conoces muchos juegos tradicionales. Yo te explicaré aquí el ejemplo de tres de los más conocidos.
Un, dos, tres ¡Una rana quiero ver!
Esta es la versión del tradicional ‘Al escondite inglés, sin mover las manos ni los pies’ (depende la zona de España, se dice diferente manera). El juego empieza eligiendo a un jugador que tendrá que ponerse mirando a la pared, mientras el resto de los compañeros estarán alineados, a unos metros más atrás, donde se sitúa la salida imaginaria.
El niño o la niña que está mirando a la pared contará en alto, ‘1,2 y 3’, y a continuación dirá: ‘¡Una rana (o la postura elegida) quiero ver! Los jugadores deben avanzar para llegar a la pared, mientras cuenta, ya que cuando se gire, si no están quietos, deberán volver a la línea de salida.
En el caso del juego de yoga, la diferencia está en que avanzan en la postura de yoga indicada y se quedarán quietos en la postura, mientras que en el juego tradicional avanzan de pie y se quedan quietos sin más.
Los juegos tradicionales suelen ser competitivos pues siempre hay un ganador. En este caso, para el juego tradicional, gana el que logre llegar a la pared sin que le hayan visto moverse. Los juegos de yoga no son competitivos. Todos juegan, todos practican las diferentes posturas, todos disfrutan. En este juego cuando un niño o más llegan a la pared volvemos a empezar y, a cada rato acordado, será un niño el que se ponga a contar en la pared.
El Yogui dice…
Este juego tan divertido como el anterior les apasiona. En su versión original “Simón dice…”. Para jugar necesitamos un mínimo de tres niños, uno de los participantes es “El Yogui” y será quien dirige la acción. En ambos juegos, el jefe dirige la acción y los participantes imitan dicha acción.
La diferencia es que en el juego de yoga las acciones que se elijan serán posturas de yoga (el árbol, la rana, la mariposa, el guerrero, la bailarina). Otra diferencia, al igual que en el anterior juego, es que no se elimina a los participantes por no imitar la acción. Aquí se anima a seguir jugando, se intenta imitar las posturas desde la diversión y los niños se van turnando el papel de El Yogui.
Un, dos, tres ¡Yoga!
Esta es la versión del tradicional “Juego de las sillas”. Para comenzar, en el juego tradicional se colocan en círculo tantas sillas como participantes haya en el juego. En el caso del yoga lo cambiamos por ‘Cartas de Yoga con posturas’ (en internet podrás comprarlas o buscar una web donde imprimirlas) y se colocan separadas en el espacio donde te encuentres.
En ambos necesitarás un reproductor de música, pues la música indicará que los participantes bailen o paren, ya sea alrededor de las sillas o por el espacio donde se encuentran las cartas de yoga. El juego consiste en que mientras la música suena, los niños bailan y paran al apagarla.
La diferencia está en que, al parar la música, unos tienen que ocupar una silla y en el juego de yoga realizarán la postura de la carta donde se paren. Y se irá quitando silla o carta hasta quedar solo una. En el juego tradicional, quien se queda sin sentarse queda eliminado. Por el contrario, en el juego de yoga al final todos los participantes acaban realizando la misma postura de yoga de la carta final (es muy bonito verlo).
Ya ves cómo estos juegos de yoga que comparto contigo hoy y muchos otros que podrás transformar tú mismo te ofrecen una forma eficaz, divertida y fácil de practicar y aprender yoga.
Texto: Sonia Heras.
Como ya te expliqué, lo importante de esta disciplina no es lograr la postura perfecta o ganar el juego; lo que realmente importa es disfrutar el proceso y el momento de pasar un agradable rato en familia con tus hijos.
¡Ya no hay excusa para practicar Yoga! Y, sobre todo, ¡divertíos! Además, podrás verlos en vivo, en mi canal de YouTube, donde además encontrarás también otros recursos como las posturas básicas para empezar a jugar.