Leer un libro es todo un viaje para la imaginación. Además, hay textos muy explícitos. El rey de género, sin duda, es ‘La vuelta al mundo en 80 días‘, de Julio Verne. Bien porque se acerca el verano y buscamos destino vacacional, bien porque en casa nuestra pequeña ha empezado a estudiar países y capitales, ‘La vuelta al mundo en 80 días’ ha sido la excusa perfecta para hacernos en la familia con una nueva edición. Y Anaya Infantil y Juvenil nos lo ha puesto muy fácil, con una adaptación de Ana Alonso muy acertada y unas delicadas ilustraciones de David Guirau.

‘La vuelta al mundo en 80 días’, un libro que todos los niños deben leer al menos una vez

el libro de la vuelta al mundo en 80 días

Y es que este clásico universal está de celebración. Cumple 150 años, pero sigue tan fresco y lozano como allá por el siglo XIX, cuando vio la luz por primera vez. En esta versión, no se incluye el texto íntegro de la obra, pero sí se ha partido de una traducción directa del original en francés en la que se han omitido descripciones y explicaciones que no son imprescindibles para la trama y que hubieran podido resultar más tediosas para los pequeños de la casa. El resultado: un acierto, con un vocabulario sencillo y una aventura que engancha. 

La trama es archiconocida. Phileas Fogg apuesta con los miembros de su club londinense que es capaz de dar la vuelta al mundo en solo 80 días. Viajará acompañado de su criado, Jean Passepartout, y juntos descubrirán países y culturas fascinantes, vivirán numerosas aventuras y superarán todo tipo de dificultades que podrán retrasarles. A este dúo se suman, la guapa y elegante Auda, que se hará con el corazón de Fogg, y el señor Fix, policía británico que añade comicidad al texto y al que le toca el papel de villano.

Estamos ante un itinerario muy completo. En él aparecen todo tipo de medios de transporte: barcos, trenes, carruajes, yates, trineos y hasta un elefante. ¿Quién no estaría dispuesto a dar la vuelta al mundo?

 “No lo va a conseguir”, “¡venos mal!, han llegado a tiempo a coger el tren”, “¡ya ha perdido un día!”, “¿pero por qué no corren más?”… frases que mi hija no se podía aguantar durante la lectura. Pero lo más divertido ha sido que cada vez que aparecía una nueva ciudad en el texto salíamos las dos corriendo al póster gigante que tenemos en la habitación de un mapamundi para encontrarla. No diré quién ha sido la más rápida. 

Todo lo que hemos aprendiendo tras la lectura de ‘La vuelta al mundo en 80 días’

la vuelta al mundo en 80 días de julio verne

Con este libro hemos aprendido muchas cosas, ya que es una forma divertida para acercarnos a otras culturas y continentes. Pero, sobre todo, en casa lo hemos utilizado para que la pequeña se interesase por la Geografía y aprenda valores como la puntualidad. Esto último no estaba pensado cuando arrancamos su lectura, pero ha sido uno de los mejores descubrimientos entre sus páginas. 

Creo que “venga” es la palabra más escuchada en el día a día en esta casa. “Venga, que no llegamos”, “vamos, acaba el desayuno que hay que irse”… Lo sé, las prisas no son buenas, pero nos ha tocado vivir un mundo donde lo laboral y la conciliación familiar nos hace hacer malabarismos con el reloj, hasta el punto de que yo a veces no pienso que llevo un reloj, sino un cronómetro. Total, que mi hija cuando leía que no llegaban a un destino o que perdían algún barco los protagonistas “le fastidiaba”, en palabras suyas. Y ahora sabe lo importante que es ser puntual y llegar a los sitios a tiempo por respeto hacia quien nos espera.

el libro de la vuelta al mundo en 80 días de julio verne

Y para acabar, quiero permitirme una licencia generacional. No puedo escribir sobre ‘La vuelta al mundo en 80 días‘, sin mencionar la versión animada de la serie hispano-japonesa de 1981, ‘La vuelta al mundo de Willy Fogg‘, donde los protagonistas eran animales (es inevitable, en mi cabeza ya resuena la célebre canción de la cabecera de los dibujos). Fogg era un león, su criado Rigodón era un gato y Romy, una pantera india. ¡Qué buenos recuerdos!