Seguramente más de una persona te ha hecho esta pregunta una y otra vez. Y seguramente tú también te la has planteado cuando has ido a dar el beso de buenas noches a tus retoños mientras ya dormían plácidamente o pensabas en su futuro.
Creo que no me equivoco si digo que todos los padres y madres queremos que nuestros hijos de mayores sean felices. Se trata de una afirmación en apariencia muy sencilla, pero que requiere de mucho trabajo desde que estos son muy pequeños, incluso yo diría desde que están en la tripa de mamá. Hay que ayudarles en ese camino hacia la felicidad sin obsesionarse con las palabras comprar, buscar o conseguir ese estado, ya que no es algo fácil y, sobre todo, inmediato.
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¿Cómo preparar a nuestros hijos para la adolescencia?
Y esta inmediatez se ha convertido en los últimos años en todo un obstáculo para los padres. La sociedad que estamos creando lo quiere todo ahora y ya. A través de las plataformas de streaming se puede ver una serie del tirón sin esperar, como en mi época, a que pase una semana; con el uso de aplicaciones de móviles estamos hiperconectados con el resto del mundo y esperamos que el otro esté para nosotros a cualquier hora del día; y eso por no hablar si queremos adquirir algo en tiempo récord, ¿alguien puede vivir a día de hoy sin Amazon?
Todas estas acciones van en contra de valores como la paciencia, tan importante para que nuestros hijos desarrollen otros sentimientos como la empatía o la generosidad, y que puede influir de manera considerable en su vida personal y en su carrera profesional. ¿Cómo prepararles para ese mundo que les espera?
Podemos revisar nuestras actitudes y comportamientos porque no podemos olvidar que somos el espejo en el que se miran; también debemos fomentar hábitos saludables tanto desde el punto de vista alimenticio como social y, por supuesto, crear un ambiente lleno de amor y cariño.
Transmitir valores a través de los cuentos
Para ello y, como explica Anna Morató García, en la tercera entrega de la saga ‘De mayor quiero ser feliz’, es importante trabajar el lenguaje positivo, la empatía, la autoestima, el agradecimiento, la confianza o la gestión de la frustración. «Hay que aprender a usarlos para que sumen y encajen todos entre sí», explica la autora.
Ella nos ofrece una de las mejores herramientas de la que podemos disponer los padres: los cuentos. A través de la lectura, los niños podrán descubrir su mundo interior y afrontar mejor futuras etapas como la temida adolescencia que, aunque parezca lejana, llega antes de lo que nos podamos imaginar. ¡Te lo puedo asegurar!
‘De mayor quiero ser feliz 3’, cuentos para descubrir tu mundo interior
Esta recopilación de historias comienza con ‘Dentro de ti’ para que los niños aprendan a mirarse en su interior y que entiendan que no es lo mismo que mirarse el ombligo y, de paso, encuentren esas cosas buenas que tienen escondidas y que les ayudarán a tomar decisiones difíciles.
Le sigue ‘Las escaleras’ que habla de las dañinas etiquetas que muchas veces los niños se atribuyen porque nos oyen a los mayores ponerlas. De ahí que este cuento sea ideal para que los padres dejen de ‘culpar’ o ‘humillar’ a sus hijos y descubran el poder que pueden llegar a tener sus palabras en sus pequeños.
A continuación ‘Veo, veo… ¿Qué ves?’, una excelente lectura con la que los niños aprenderán que no deben compararse con los demás y vean sus progresos, sus mejorías y sus avances en los distintos entornos en los que se mueven.
Con ‘Las chinchetas’ entenderán que la convivencia no significa tener que estar de acuerdo con todo, pero lo que sí tienen que saber es que hay que respetar a todo el mundo. Aquí Anna Morató hace una magnífica metáfora con este objeto, las chinchetas, y con un corcho.
‘En tus manos’ es una historia muy ‘práctica’ e ilustrada con grandes ejemplos para que los más pequeños de la casa asimilen que agradecer, ayudar o expresar emociones depende de ellos y de cómo se sientan.
Esta compilación se acaba con una cuestión muy importante: ante la disyuntiva de hacer lo correcto o hacer lo fácil, ¿qué escoger?
Fomentar valores en la infancia es clave para sentirse bien y ser felices. ¿Cuándo comenzamos?