Llega el otoño con sus días cortos, sus temperaturas bajas y sus colores. Sí, lo confesamos, nos encanta esta estación porque los paisajes son tan diferentes… Los marrones se mezclan con los amarillos y naranjas… ¡Una pasada! Para disfrutar más aún de estos paisajes que nos regala el otoño hemos cogido el coche dirección a los pueblos rojos de Segovia, haciendo parada en el Hayedo de la Pedrosa. ¿Nos acompañas?
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Ruta para disfrutar del paisaje: pueblos rojos de Segovia y el Hayedo de la Pedrosa
Cuando eres madre de dos adolescentes, las excursiones que tantos fines de semana han ocupado nuestra agenda años atrás son más complicadas. Y no por el hecho de que ellas quieran quedar más con sus amigas y ya no se diviertan con nuestros planes en familia, el problema es que cada vez son más los fines de semana dedicados al estudios, a los trabajos en grupo y a dormir para descansar.
Pero de vez en cuando hacemos un esfuerzo y retomamos esa actividad con la que tanto disfrutamos los cuatro para añadir un plan nuevo a esa lista de destinos de otoño. Lo bueno de esta propuesta de senderismo es que está solo a una hora y media de Madrid, por lo que no es necesario madrugar más de la cuenta.
El destino que tenemos entre manos es visitar los pueblos rojos de Segovia en plena sierra de Ayllón. Saliendo de Madrid cogemos la A1 y nos desviamos en la salida 103 hacia Riaza. Consejo: disfrutad del camino sin prisa.
¿Cuáles son los pueblos rojos de Segovia?
Empezamos parando en Madriguera, el pueblo rojo por excelencia. Aparcamos al final del pueblo, que no es muy grande. A pesar de ser sábado y de los 16 grados de los que disfrutamos apenas hay gente. De hecho nos parece que los pueblos negros tienen mas turistas y que estos pueblos aun estan por descubrir.
Las casas de Madriguera están teñidas de rojo, al igual que sus calles. Los colores de otoño impregnan el paisaje: las enredaderas amarillas, rojas, granates y ocres trepan por las fachadas de cada casa. Se respira una paz que te hace caminar lento entre sus calles y detenerte en cada detalle.
Nuestro siguiente pueblo rojo de Segovia es Villacorta. Sus calles son más anchas y hay más vida que Madriguera. En la plaza de la iglesia hay un pequeño bar con unas cuantas mesas. Allí los parroquianos y turistas disfrutan de los rayos de sol mientras se toman una cerveza. Algún gato se cruza en nuestro camino y una abuela descansa en la puerta de su casa junto a su perro y al vernos nos recomienda acercarnos a la ermita.
Es hora de comer y ponemos rumbo a Riaza, un poco antes de llegar al pueblo, encontramos el área de descanso Ermita de Hontanares. Creo que es de esos lugares que guardaré en mis favoritos y recomendaré a todos mis amigos y conocidos.
Después de atravesar un camino flanqueado por cientos de abedules, llegamos a una pradera enorme a los pies de una ermita blanca. La pradera está llena de mesas de picnic, fuentes y barbacoas y un pequeño bar por si no nos hemos acordado de traer un bocata.
A la entrada de la pradera, encontramos una senda por la que podemos llegar caminando hasta Riaza. Son unos 4, 5 kilómetros. ¿Te atreves? Allí tienes que hacer parada obligada en su plaza y observar sus soportales. Puedes tomarte un café pero guardar fuerzas para nuestra cuarta parada.
Visita al Hayedo de la Pedrosa
Situado en las inmediaciones del Puerto de la Quesera, a unos 9 kilómetros de Riaza, el Hayedo de la Pedrosa es un precioso bosque de hayas que ocupa una extensión de unas 87.000 hectáreas a una altura comprendida entre los 1500 y 1700 metros. En otoño, cuando el verdor deja paso a los tonos ocres, amarillos y rojos el hayedo adquiere una belleza sin igual.
Os recomiendo que hagáis como nosotros y dejéis la visita para el Hayedo de la Pedrosa para por la tarde (a eso de las 15.00-16.00) será más fácil poder dejar el coche (hay un parking para 10 vehículos o bien tendrás que dejarlo en un arcén en la carretera SG 112, punto kilométrico 7) y estaréis casi solos.
Una vez estacionado el coche, comenzamos a descender por un sendero que va paralelo al embalse de Riofrío. Otro consejo: id equipados con botas de montaña y si podéis llevar unos bastones para evitar escurriros por el camino alfombrado de hojas húmedas.
La ruta puede durar lo que vosotros queráis. Nosotras caminamos durante 30/40 minutos, ya que empezó a bajar la niebla y no queríamos que la vuelta se volviese complicada por esa carretera de curvas.
Aunque nos encanta hacer rutas completas, circulares o con una meta, en esta ocasión solo queríamos disfrutar de los colores del otoño y de tener un hayedo para nosotras solas sin necesidad de reservar.