Hoy tenemos plan de montaña. Pero hay sorpresa. Nuestra meta no es la cima y, aunque disfrutar de la naturaleza siempre es un planazo, hoy vamos a descubrir auténticas joyas arquitectónicas en un camino lleno de historia, que se cubre con una paleta de colores que da un ecosistema vivo y rico en exuberancia. Nuestro objetivo es el Monte del Naranco, junto a Oviedo, capital del Principado de Asturias.
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Cómo llegar a Monte del Naranco desde Oviedo
No hay pérdida, hay que salir de Oviedo dirección Uclés por la carretera del Naranco, pero atentos, porque casi sin haber abandonado la ciudad nos dirigimos hacia la Avenida de los Monumentos. El nombre es más que una pista de lo que vamos a ver. Aconsejamos dejar el coche en el primer parking habilitado (a tan solo 4 kilómetros del centro de la ciudad).
Empiezan nuestras andanzas. Es una ruta apta para todas las familias porque andar, se va a andar poco (bueno, siempre hay quien quiere hacer cima, que también se puede, pero ahí ya confirmo que entonces llegarán los quejidos de los pequeños).
Aún os tengo con la intriga de lo que vamos a descubrir (excepto para aquellos papás y mamás que os decantarais por el camino de las Letras en vuestros estudios y tuvierais la asignatura de Arte, que entonces con solo escribir el nombre de Naranco ya sabéis dónde y ante qué estamos). Atentos. Desvelamos el secreto. Vamos a darnos de bruces con dos exponentes del Arte Prerrománico en Asturias. Ale ya está dicho. Ahora a disfrutarlo.
Desde el parking se accede a pie por un camino de 150 metros al Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano, en el que se ofrecen visitas guiadas a los monumentos, talleres, actividades específicas en fechas concretas y hasta mochilas portabebés en préstamos. 15 monumentos se incluyen en la lista, cuyas maquetas están expuestas, pero calma, que por proximidad solo visitaremos dos. ¡Pero qué dos!
Qué hace especial Santa María del Naranco
Este arte constituye el testimonio más importante de las raíces históricas y de las tradiciones culturales originarias del Reino de Asturias. No en vano desde 1985 seis de estos monumentos son Patrimonio Mundial de la UNESCO. Y ahí están, en plena montaña, en un marco incomparable que solo consigue revalorizarlos.
200 metros separa el Centro de Interpretación donde mucho hemos preguntado y algo hemos aprendido de Santa María del Naranco (sí, esta lámina era un clásico en los exámenes de Arte de mi quinta. Y es un gustazo presentarse ante ella).
Estamos ante un templo católico, aunque originariamente no se proyectó como iglesia, sino que fue el Aula Regia del conjunto palacial que el rey Ramiro I mandó construir a las afueras de la capital en el año 842. Mi pequeña pensaba que era la habitación de una princesa, porque según ella nunca ha visto ninguna iglesia así, “que parece un castillito pequeño”.
Que no haya engaño. Cuando se accede a su interior, se percibe toda la monumentalidad que desprende este edificio tan austero. El piso inferior aloja la cripta, donde se cree que el rey podía recibir a la audiencia (ahí está mi hija haciendo reverencias. Siempre es más fácil aprender a través del juego).
El piso superior cuenta con dos miradores. Móviles preparados porque las vistas sobre Oviedo son tremendas. Merecen más de una foto. Para entretener a los pequeños os aconsejo que busquen en los fustes, medallones de los arcos y capiteles motivos de animales. Encontrarán aves, caballos y hasta guerreros. ¡Qué empiece el juego!
Iglesia de San Miguel de Lillo
Nuevamente, 300 metros nos separan de San Miguel de Lillo. Casi se dan la mano ambos templos. Esta iglesia está dedicada a San Miguel Arcángel y según las crónicas conservadas es la que el monarca, Ramiro I, sí mandó construir con tal fin junto a sus palacios con función de iglesia palatina. Aquí sí se reconoce más la planta y estructura de templo, vamos “como la iglesia del pueblo”, como recordó la niña.
Asturias fue el foco de resistencia cristiana a principios del siglo VIII cuando la Península Ibérica fue invadida por los árabes. Tal vez, la tensión vivida fuera la impulsora de que los monarcas edificaran tantas y tan bellas iglesias usando ya la bóveda de medio cañón y a veces peraltada. ¡Dos siglos antes de que lo empezaran a usar en Europa!
Subir una montaña es siempre una buena oportunidad para disfrutar en familia de aire puro, del verde de la tierra, de los ruiditos de los animales y a veces, también, de una buena clase de arte.