Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Pero, ¡oh, sorpresa!, nuestro caminar nos ha adentrado aún más en el pasado. Nada más y nada menos, hemos acabado pisando la Prehistoria (Pleistoceno). En Pinilla del Valle, en el Valle Alto del Río de Lozoya, el Parque Arqueológico del Valle de los Neandertales abre sus puertas para descubrirnos cómo vivían nuestros antepasados gracias a los restos que estos nos han dejado y de la mano de dos auténticos profesionales, un arqueólogo y paleontólogo.
Visitamos el Parque arqueológico del Valle de los Neandertales
Desde Madrid no hay pérdida, coger la A-1 en dirección a Burgos. En el km. 69 tomamos el desvío hacia Rascafría por la carretera M-604 hasta llegar a la salida de Pinilla del Valle. El punto de información no da la salida para que comience nuestra aventura en un marco incomparable.
Sin duda, es una visita muy recomendable para ir con nuestros hijos, por aquello de que vean in situ lo que solo intuyen en las páginas de los libros de texto del colegio. Y no, no es lo mismo. Sílex auténtico en nuestras manos, esa piedra tan cotizada que servía para todo: para hacer un raspador, un cuchillo dentado o una punta de lanza.
Máxima atención cuando nuestro guía paleontólogo saca de su mochila una réplica de un cráneo (hecho de resina para que los peques lo puedan manipular) de un Neandertal. Ahora sí entendemos las diferencias: huesos de cejas pronunciado, mandíbula saliente, cráneo en forma de casco de bici…
En la zona se han descubierto una serie de yacimientos prehistóricos de especial interés, ya que en ellos se han encontrado restos de homínidos distintos a nuestra especie. Se trata de varios restos humanos de Neandertales, lo que les sitúa entre el reducido grupo de los que contienen restos paleoantropológicos de esta especie en España y en Europa. Y esto no ha hecho nada más que empezar. Hay indicios de la existencia de más cavidades con fósiles. Cómo se suele decir, quedamos a la espera de nuevos acontecimientos.
Como nos explicó nuestro guía, que no paraba de interactuar con los peques y tratar siempre de captar su atención utilizando un vocabulario sencillo y muchas comparaciones con el mundo de hoy en día para que todos pudieran entender qué pasaba en ese valle hace millones de años, una cueva es como un único libro, una joya de la que solo existe una copia, por lo que no podemos perder ninguna de sus páginas, y cada palabra debe ser transcrita, datada, fotografiada… para que no se pierda en el tiempo.
Pues bien, para muestra dos botones: la Cueva del Camino y el Abrigo de Navalmaillo. Y aquí cambió nuestra imagen sobre las hienas. Sí, esos animales feos, sucios, salvajes y malos que nos ha legado películas como El Rey León (ya están los peques atentos) resultan que son los únicos que se llevan su comida a sus cuevas para comérsela tranquilamente y luego encima no sacan la basura.
Total, que gracias al hallazgo de una de sus habitaciones (Cueva del Camino) podemos encontrar restos de muchos animales de la época y saber cómo era el Valle de los Neandertales. Ya nos caen un poquito mejor las hienas.
Por el contrario, en el Abrigo de Navalmaillo, ya sí que estamos ante un campamento de Neandertales, sí hay presencia de hogares (ese hollín en las paredes que dejaba el fuego) y un amplio conjunto de herramientas de piedra.
¡Increíble! Nos hemos reencontrado con el pasado a través de dos horas que dura la visita en un paisaje que envuelve las montañas y el embalse de Pinilla. La ruta tiene un recorrido total de 4 kilómetros. Aconsejamos hacer la reserva de la visita previamente por internet.