Hoy os quiero hablar de un libro que me encanta por dos razones. La primera, la temática sobre la que versa, cómo pueden los niños superar sus frustraciones, enfados y miedos; y, segundo, por cómo se gestó este título: Gabriel, de ocho años, inventó esta historia para enseñarle a su hermano, de cinco, que hay monstruos malos, pero también buenos que nos animan a conseguir nuestros objetivos. Os presento ‘Mamá, hay un monstruo en mi cabeza’, de B de Blok.
Leer en familia: ‘Mamá, hay un monstruo en mi cabeza’
En la cabeza de Elena habita un ‘inquilino’ al que le estamos intentando plantar cara. Elena tiene miedo a vomitar, y todo porque un día se puso mala del estómago. Desde entonces, cada vez que le duele la tripa, el ‘monstruo del vómito’ se le aparece y le amarga lo que esté haciendo: jugar con los Bellies, ver Lady Bug o dibujar todos los Ksi Meritos que tiene.
Yo le he explicado que todos tenemos un monstruo en nuestra cabeza, niños, padres, abuelos o profesores, pero ella (es muy pequeña) no termina de entenderlo, así que le conté la historia de Tom, un niño que se ponía muy triste cuando la cosas le salían mal.
Resulta que, por ejemplo, cuando Tom fallaba al encestar o no corría tan rápido como sus compañeros, oía una vocecilla que le decía que sería el último. Esto le hacía desanimarse y llegó a no querer jugar con nadie, hasta que conoció a Leik, un niño que vivió lo mismo que él. ¿Sabes qué consejo le dio?
Cuando Rucu Rucu, como había bautizado a este ser extraño, le hablaba y le dice cosas malas, Leik se imaginaba a un monstruo bueno, que le ponía una venda en la boca y así dejaba de oírlo. Y así, de esta forma, poco a poco Tom dejó de oír a su monstruo malo, que solo quería hacerle sentir mal, y escuchaba al monstruo bueno, que le animaba a intentar nuevos juegos o tareas, sin importarle que al principio saliesen mal.
Y así ha sido cómo en casa le hemos puesto cara y ojos al monstruo malo, pero también al bueno, al que siempre recurrimos para que nada nos fastidie un día de juego en casa o en el parque.
Cómo luchar contra los monstruos malos
Los monstruos malos no dejan de ser pensamientos negativos y, en muchos casos, irreales. Es importante ayudar a los niños a identificarlos para que desaparezcan. Y como es algo que, como he dicho, nos ocurre a todos, esta actividad que te propongo la podéis hacer todos juntos:
- En una hoja en blanco escribid todos esas ideas malas que os pasan por la cabeza. Podéis hacerlo un día a la semana o cada día.
- Colocad el papel en un sitio visible, como la puerta del frigorífico, a la entrada de la casa o en la habitación de cada uno.
- Con el paso del tiempo, hay que volver a leer esa lista y comprobar si ha ocurrido eso que nos decía el monstruo, de esta manera si ven que no pasa nada, ¡les irán poco a poco quitándole importancia!
- Ahora toca ponernos creativos. Dile a tu hijo que dibuje cómo se imagina él a su monstruo malo, pero también al bueno. Incluso, puedes animarle a que le ponga nombre. Con este paso, ayudaremos al niño a activar un mecanismo de bloqueo cuando salga el personaje negativo.
- Para esos momentos en los que el monstruo malo esté fuerte, podemos recurrir a lo que se conoce como técnica del anclaje, es decir, vincular un estado mental a un objeto. Tu pequeño puede hacerse un amuleto con la cara del monstruo bueno y llevárselo con él siempre. Si el malo aparece, al tocarlo tendrá confianza en sí mismo y los miedos se alejarán.
- Y, por último, padres e hijos podéis animaros, como han hecho Gabriel y Adrián, autores de ‘Mamá hay un monstruo en mi cabeza’, a escribir vuestra propia historia. ¿Os apetece?
Espero que tanto este libro que os recomiendo como estas sugerencias de actividades os ayuden en casa a superar estas situaciones y, de paso, vuestros vínculos familiares crezcan y se hagan más fuertes.