¿Estás buscando un restaurante para ir con niños por Madrid, pero eres como nosotros que reniega de los mega sitios que tienen parque de bolas y que parecen un parque temático? En casa hemos probado El Anciano Rey de los Vinos, un sitio de toda la comida, con comida casera y trato exquisito que probaréis y solo querréis repetir.

Dónde ir con niños a comer en Madrid

No sé por qué pero siempre que salimos en grupo con amigos (todos con niños), alguno propone ir a comer a algún sitio ‘para niños’ que tenga parque de bolas para que cuando acaban de comer los pequeños, ellos se vayan a jugar y nosotros poder hacer un poco de sobremesa.

Se trata de una práctica muy habitual en muchas familias, pero sinceramente no en nuestro sello familiar. Nosotros somos más partidarios de turnarnos y de ir de casa en casa, de esta manera los peques están más controlados, los mayores estamos más tranquilos y, sobre todo, todos comemos mejor. Y es que sin desmerecer a nadie, es difícil dar con un sitio que sea completo, es decir, donde tengan buena comida y la zona infantil sea adecuada para los niños.

Hace unos días organizamos una excursión por el corazón de Madrid – la idea era pasear por el centro para que mi mariposa y mi ratón conociesen el Palacio Real, la Catedral de la Almudena o la Plaza de la Villa- y se nos presentó la misma disyuntiva de siempre: ¿dónde comer? Si les hubiese preguntado a ellas, probablemente hubiesen contestado que italiano y/o hamburguesa y, aunque nos gusta hacer las cosas por consenso, en esta ocasión papá se adelantó y reservó en una taberna de toda la vida en plena calle Bailén.

Situado en un enclave privilegiado, El Anciano Rey de los Vinos es un sitio con tradición. Tiene más de 110 años y por su barra han pasado personajes como Alfonso XIII, del que se decía se acomodaba en la barra para que nadie se percatase de su presencia. Y un lugar perfecto para organizar una reunión familiar.

Tengo que reconocer que cuando se lo dije a mis hijas, no pusieron muy buena cara, ¡ellas se esperan otra cosa! Pero también debo contar que mi mayor salió de allí diciendo que ‘había probado las mejores tiras de pollo y la mejor salsa de tomate de su vida’. ¡Y eso es ya mucho!

Tampoco hizo asco a las croquetas de pollo caseras ni al postre final: tarta de galletas de Oreo (sí, mucho azúcar, pero por un día….) Por su parte los mayores probamos los emparedados de calabacín ¡riquísimos!, los crujientes de rabo de toro (una de sus especialidades) y la cazuela del Anciano, con gambas, gulas y pulpo.

La comida fue exquisita, los platos abundantes, la calidad de nota (todo es casero), el trato fantástico (un 10 para Alejandro, su propietario, y todo su equipo. Por cierto se nota que es padre porque se mostraba muy atento y cariñoso con mis hijas), los aperitivos del principio muy elaboradoras, el local muy agradable y el precio muy razonable y adecuado para la calidad del mismo

Sé que volveremos y seguramente no muy tarde, porque no es fácil buscar un sitio en el centro de Madrid para ir con niños y en el que se pueda comer bien. Eso sí, después de pegaros un festín como el nuestro, toca pasear por el centro de ciudad y contar las estatuas que encuentras a tu paso. ¡A mi mariposa y a mi ratón les flipó y seguro que a los tuyos también!