Desde Fresnedilla de la Oliva, al oeste de la Comunidad de Madrid, salen distintas propuestas de senderismo como la senda de La Fuente. Uno de nuestros últimos descubrimientos ha sido la ruta que conduce hasta la cascada de la chorrera de Fresnedilla de la Oliva, un paraje casi desconocido en el que el único ruido que se escucha es los mugidos de las vacas, los ladridos de los perros o los relinchos de los caballos de la zona.
Visitando la cascada de la chorrera de Fresnedilla de la Oliva
Como ya te digo, se trata de un lugar que no aparece en los mapas y que, tengo que confesar, nosotros descubrimos casi de casualidad. Para darte una pista y te puedas ubicar, se encuentra en el camino que va de Fresnedillas de la Oliva hasta Colmenar del Arroyo, la carretera M-532. No vayas muy deprisa porque te lo puedes pasar y, sobre todo, pon tu atención al lado izquierdo de la carretera. Ahí verás un espacio de tierra donde dejar el coche y, por tanto, comenzar con la senda.
Es un camino sencillo y fácil, ideal para hacer con niños e, incluso, con carritos porque es todo llano y también es perfecto si se quiere ir cargando con la mochila de picnic. También tengo que decirte que se trata de una senda pública, donde hay varias fincas, por eso se puede pasar sin ningún problema, pero deberás cerrar la puerta al entrar. Hay ganado en la zona y que hay evitar que se escape algún animal y pueda provocar un accidente innecesario.
Sabrás que vamos por el camino correcto porque a lo lejos verás la puerta de una finca, pero hay que ir hasta allí. Antes deberás atravesar un prado y encontrar el pozo que hay en ella. Si continúas un poquito más, ¡habrás llegado a tu destino secreto!
La cascada de la chorrera en Fresnedilla de la Oliva es espectacular. Tanto si vas un día de diario como si emprendes camino hacia este rincón de la sierra madrileña un sábado o un domingo, probablemente te lo encuentres vacío porque no es fácil dar con él, ¡está muy escondido! He conocido gente que lo ha intentado, pero que se ha dado la vuelta porque les ha costado llegar hasta allí. Yo te aconsejo que no desistas porque verdaderamente merece la pena, ¡y mucho!