Hablarles a los niños de Don Quijote de la Mancha es contarles quién fue el ingenioso hidalgo que vivía enamorado de la joven Dulcinea, que tenía como amigo fiel y escudero a Sancho Panza y que confundía los molinos de viento con peligrosos gigantes. Y como las palabras se las lleva el viento, en casa decidimos poner rumbo a ‘un lugar de la Mancha…’ en el que comprobar con nuestros propios ojos estas construcciones que Miguel de Cervantes menciona en la que se considera una de la obras más destacadas e importantes de la literatura española y universal. ¡Descubrimos Consuegra con niños!
Descubriendo los molinos de viento de Consuegra con niños
Llegar a Consuegra desde Madrid es todo autovía, así que en poco más de una hora y media te plantas allí sin que los niños se puedan quejar de las curvas. Puedes acceder con el coche hasta la zona conocida como el Cerro Calderico, pero no hay mucho aparcamiento. Si tienes fuerzas y los niños ya son mayores, intenta subir andando desde el pueblo, pero te aviso que el camino es empinado.
De los 12 molinos que hay (en su origen fueron 13), solo uno es visitable, el de Bolero (el ticket de acceso si lo coges con el de castillo son 4 euros). Todos ellos tienen nombre, algunos más conocidos como Sancho, y otros que te pueden sonar menos como Mambrino, pero a través de todos ellos podemos recordar algunos de los pasajes de la obra de Cervantes y de la aventuras del caballero de la triste figura. Por ejemplo, Clavileño es el nombre del caballo de madera con el que unos duques gastan una broma a Don Quijote y Sancho Panza en la segunda parte.
Muy cerca de los molinos está el Castillo de Consuegra o Castillo de la Muela, ¿sabes a qué debe su nombre? (Mis hijas dijeron que porque era propiedad de un dentista) ¡A que tiene forma de esta pieza dental!
Dicen que es una de las fortalezas mejor conservadas de Castilla La Mancha y ¡damos fe de ello! La entrada permite recorrer su patio de armas y acceder a su interior perfectamente decorado por piezas de la época que te trasladan inmediatamente a otra época.
Nosotros cogimos una visita guiada y, la verdad, es que fue todo un acierto porque nuestra guía convirtió a los niños en caballeros. ¡Fliparon! Y nos explicó muchos datos importantes y que en el coche de vuelta a casa mis hijas recordaron, como que se trata de un castillo de origen árabe-musulmán y que fue invadido por las tropas francesas.
La guía del castillo también nos habló de una presa romana que se encuentra a unos cuatro kilómetros, pero nosotros preferimos quedarnos para disfrutar de un atardecer único en tierras manchegas. Y, además, así tenemos excusa para volver otro día.
Quizás lo hagamos un 15 agosto, fecha en la que se hace una representación de la batalla de Consuegra (el calor que puede hacer esos días nos echa para atrás) o el último finde de octubre, que coincide con la fiesta de la rosa del azafrán. ¡Hasta la próxima Consuegra!