Con calles empedradas, edificios de ladrillo de solo una altura y una paz que nos invita a quedarnos allí todo el día y la noche si se alarga (¡es una pena que no hay casa rural ni hostal para pernoctar!), llegamos emocionados a Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Una parada que añadir a nuestra particular ruta de Isabel la Católica tras visitar en ocasiones anteriores Arévalo, localidad por la que paseó la princesa, y Medina del Campo, pueblo de Valladolid en el que falleció.
Qué ver en Madrigal de las Altas Torres
Bienvenidos a la villa medieval de Madrigal de las Altas Torres, dentro de la provincia de Ávila, pero en el límite con Salamanca y Valladolid. Este punto estratégico la convierten en un lugar de gran relevancia histórica en el siglo XV, ya que aquí se celebraron las cortes de Madrigal.
En nuestro caso llegamos atraídos por la curiosidad de que se trata del pueblo en el que nació el 22 de abril de 1541 Isabel la Católica y que permaneció allí durante sus primeros tres años de vida, aunque posteriormente acudía a menudo hasta Madrigal de las Altas Torres porque era la residencia de su madre, Isabel de Portugal.
Nuestra primera parada en este pueblo con encanto de Ávila no podía ser otro que el Palacio de Juan II (las entradas deberás cogerlas antes en la oficina de turismo). Solo hay una visita al día- a las 11.30 horas- pero te recomiendo que llames antes para asegurarte y, sobre todo por si se modifica el horario.
El tour, que lo realiza una de las monjas agustinas de clausura que viven allí todo el año, dura alrededor de 30 minutos. Se trata de un recorrido para conocer el claustro, la sala donde se celebraron las Cortes de Castilla y la estancia en la que vio la luz una de nuestras reinas más famosas de la historia de España, un detalle que a los niños más mayores a los que ya les suena este nombre porque lo han estudiado en el colegio les despierta mucha intriga.
Nuestro siguiente destino es para visitar dos de las iglesias más importantes de Madrigal de las Altas Torres. Por un lado, san Nicolás de Bari (existe también visita guiada en horario determinado y las entradas se adquieren también en la oficina de turismo), una maravilla tanto en su interior – parece una colegiata- como en su exterior, en el que destaca su torre de campanario con 65 metros de altura.
La segunda, Santa María del Castillo. Te impresionarán los recién descubiertos frescos del románico encontrados hace pocos años detrás de su retablo por unos monaguillos que trasteaban por allí. En esta ocasión, no hay que concertar visita con tiempo y la explicación corre a cargo de un habitante del pueblo que te da todo tipo de detalles sobre este templo y sus pinturas.
Y ahora toca adentrarnos en las bodegas de los Frailes (compra el ticket y reserva también en la oficina de turismo de Madrigal de las Altas Torres). Si vas en verano, agradecerás el fresquito ahí dentro, pero si por el contrario acudes en invierno, vete abrigado.
Mientras los niños imaginan que están dentro de una cueva misteriosa, los mayores, además de probar el vino Ysabel de Madrigal, conocemos la importancia que tuvo para el comercio de la villa y que llegó a ser tan célebre que se menciona en algunas obras de los clásicos del siglo de Oro como ‘La Celestina’.
Para después de comer – tomamos un menú del día por 11 euros en el bar de comidas caseras Bar ‘Coya’- dejamos los monumentos que se pueden ver de manera libre, como el convento agustino de extramuros en el que murió Fray Luis de León mientras escribía una cátedra sobre Santa Teresa de Jesús, o algunas de las puertas que dan acceso a este rincón cargado de historia y leyendas, como la puerta de Peñaranda de Bracamonte, la de Medina o la de Arévalo.
Por cierto, si tus visitas históricas y culturales con niños ‘deben’ incluir también una parada obligada en algún parque, aquí en Madrigal de las Altas Torres tiene uno con columpios justo en la calle Sos del Rey Católico. ¡Que lo disfrutes!