La casa de los sueños Disney no entiende de fronteras. Una vez más, ha dado el salto de la gran pantalla y del formato audiovisual a las tablas de un teatro con un espectáculo de lo más vivo. Así, el último éxito que ha llenado nuestras casas de merchandising, ahora se representa en el Teatro EDP Gran Vía, que acoge Encanto, el Tributo Musical, la adaptación de la película que ha encandilado a adultos y pequeños por igual y cuyas canciones se siguen tatareando en nuestros hogares.
Encanto, el musical. Una propuesta para no parar de cantar y bailar
Estamos ante un espectáculo lleno de magia, ritmo y color, en el que descubrimos la fuerza que puede llegar a tener una familia unida y que toda persona, sea quien sea, posee un don especial que le hace única. Hoy en día, hay muchos tipos de familia, pero todas tienen algo en común: cada uno de sus miembros son imprescindibles para el conjunto, aunque a veces nos sintamos o nos hagan sentir que no somos suficiente, que no estamos a la altura del apellido. Pero lo cierto, es que cada persona siempre, siempre tiene su lugar, solo que algunos tardan más en encontrarlo o los demás tardan más en verlo.
Es una bonita y entrañable historia llena de lecciones de superación, imprescindible para los niños que por diferentes razones viven arrinconados, envueltos en invisibilidad porque quienes les rodean no les consideran importantes. Vivimos en un mundo de comparación, de competitividad… pero todos tenemos nuestro propio don, nuestra propia magia y todos, todos somos especiales. La vida no está escrita, ni definida. Pero lo que sí es una verdad, es que todos sumamos.
Encanto, el musical es bastante fiel a la película y los efectos especiales están muy bien resueltos para contarnos una historia que se adentra en tierras colombianas, en un lugar extraordinario llamado Encanto. Aquí, en una casa mágica, viven las tres generaciones de la gran familia Madrigal, donde todos sus miembros tienen habilidades fantásticas, excepto uno, Mirabel. Sin embargo, ésta no dudará en desvivirse por su familia para tratar de salvarla y conseguir que todos se sientan orgullosos de ella.
Comedidamente emotiva sin apelar a la lágrima, convenientemente divertida sin caer en el chiste, esta propuesta nos conduce por un sinfín de aventuras, maldiciones, sortilegios, buenas intenciones y personajes ambivalentes al más puro estilo Disney, en un show en el que nunca decae el ritmo.
Subir a un escenario una historia de Disney (Encanto, se llevó el Oscar a la mejor película de animación 2022) es ya garantía de éxito, pero también conlleva una sobredosis de presión añadida. Millones de niños ya tienen insertado en su imaginario a sus personajes favoritos y les cuesta aceptar cualquier cambio o giro. ¿Por qué cambiar lo que ya ha funcionado?
Y aquí tenemos que decir que los actores han estado a la altura. Todos grandes artistas, con voces en directo que nos ponen a bailar mientras nos susurran magia. Y sí. No falta la canción ‘No se habla de Bruno‘, que desde luego es la más coreada desde las butacas (tanto por niños como por padres y madres). Y toda esta magia es posible gracias a la dirección de Josema Arreciado y Sandra González.
Esta última también es quien se mete en la piel de Mirabel de forma impecable, gracias a su talento vocal y gestual. Sandra se funde en la humildad, en la valentía, en el respeto, en la alegría de Mirabel, uno de los personajes más complejos que ha creado la factoría Disney. Y es que, eso somos las personas, un calidoscopio, con millones de caras de emociones y de sentimientos.