Los restaurantes asiáticos se han puesto de moda en Madrid. Atrás quedaron – aunque todavía hay algunos- aquellos en los que entrabas y en sus paredes colgaba un cuadro de un paisaje chino mientras la música típica instrumental no dejaba de sonar.
Ahora se han modernizado y ofrecen una imagen más urbana y cosmopolita que atrae a las nuevas generaciones, como es el caso de mis hijas. Y así es como acabamos un día cenando en Zuji, un restaurante en pleno centro de Madrid para ir con niños y degustar platos ricos y sabrosos.
Por qué Zuji es un restaurante para ir con niños que debes apuntar en tu agenda
Llevan apenas unos meses abiertos (desde finales de enero), pero llenan cada fin de semana sus poco más de diez mesas. ¿El secreto? Tuvimos la suerte de descubrirlo en una cena familiar en la que salimos encantados por la calidad de los platos, el ambiente tan acogedor del local, el trato del personal y, también hay que decirlo, por el precio de su oferta.
Mis hijas habían probado la comida china, que no asiática, en casa de unos amigos y desde que un día papá decidió ponernos de aperitivo en casa goyzas compradas en Mercadona se han ido poco a poco interesando por la comida oriental.
Qué comer en el restaurante asiático Zuji
La carta de Zuji destaca por ser bastante extensa y variada. A nosotros nos costó un poco ponernos de acuerdo porque queríamos probar todo. Menos mal que contábamos con el asesoramiento de una simpática camarera que nos indicaba si las cosas estaban muy picantes o poco picantes y si eran mucha o poca cantidad lo que seleccionábamos y, muy acertadamente, nos dio alguna que otra sugerencia que agradecimos.
Por ejemplo, nosotros teníamos claro que queríamos probar las goyzas de carne de cerdo y gambas (vienen cinco por plato) pero no sabíamos cómo continuar. Nos lanzamos a probar el bao de atún (dos unidades) y el uramaki de pollo con salsa teriyaki.
Fue curioso y a la vez divertido porque cuando mis hijas vieron esta última propuesta gastronómica se echaron a reír porque les recordaba a las imágenes que aparecen en ‘Sushi Go!’, uno de los juegos de mesa que suelo llevar en el bolso o en la mochila cuando nos vamos de ruta de senderismo cerca de Madrid.
Nuestra cena prosiguió con el plato que se ha llevado todos nuestros elogios, halagos y piropos: el gastrokubak de langostinos. ¿Os imagináis la cara de mis retoñas cuando vieron una fuente que estaba ‘medio hacer’ y que se terminó de preparar delante de sus ojos? ¡Y eso que están acostumbradas a la carne a la piedra! Pero esto les pilló por sorpresa.
Para terminar dudamos entre el ramen de pollo empanado y los clásicos tallarines salteados con pollo empanado. Nunca habíamos probado el primero, pero quizás no era el día y no queríamos arriesgar. La segunda opción para nosotros y, sobre todo para las niñas, creemos que fue la más acertada.
Y, como es típico en esta casa, tuvimos que pedir algo dulce. Fue una pena que se les hubiese acabado la tarta de chocolate con wasabi, pero saciamos nuestro capricho con tarta de queso helada. Quizás fue cosa del destino y ¡no nos quedará más remedio que tener que volver otro día!