Buscad calzado y ropa cómoda, echad en la mochila algo de fruta, agua fresquita y unos bocadillos de pan pan y olvidaros de los dispositivos móviles por unas horas (aunque no está de más llevarlo encima por si ocurre alguna emergencia). Hoy cogemos el coche dirección a la sierra de Madrid porque vamos a hacer una ruta con niños.
Fáciles rutas con niños por la sierra de Madrid
La Pedriza es, sin duda, uno de los lugares casi obligatorios que hay visitar con los niños. Se puede llegar desde Madrid por la carretera de Colmenar (M-608), pero hay que estar allí los fines de semana antes de la 09.00 horas porque, de lo contrario, no vas a poder acceder a este precioso rincón de la sierra de Madrid (tiene un número limitado de personas al día). Toca madrugar, pero la verdad es que merecerá la pena porque encontrarás un montón de opciones de rutas para hacer con niños y, lo mejor, de todos los niveles.
Para los niños, yo te recomiendo dos caminos: el primero es el refugio de Gerardo Ginés, (puedes pasar allí la noche si reservas con tiempo, porque solo se admiten 50 personas) que está a una hora de ida y otra de vuelta en línea recta, y que transcurre por ‘la autopista’, llamada así por lo transitada que está, pero para los niños es perfecto.
En este punto surgió una leyenda que a tus hijos les gustará escuchar. La hija de un rico árabe se quedó prendado de un joven cristiano, pero como era una relación imposible por motivos religiosos, la muchacha fue secuestrada por su propia familia y llevada a la Cueva de la Mora, cerca del refugio, pero de difícil acceso. El joven nunca volvió y se dice que por las noches puedes encontrarte a la joven deambulando por los caminos en busca de su amor perdido.
La segunda opción es ir a la derecha dirección al Yelmo, para poder observar (no hace falta subir hasta arriba) uno de los animales propios de la Pedriza, las cabras. Por cierto, por el camino le puedes contar a tus hijos la anécdota de que estos paisajes han sido testigo de algunas películas del oeste en la década de los 60, que La Pedriza recibe este nombre por la cantidad de formaciones rocosos que hay o jugar a ver si os encontráis con algunas especies rapaces que se dan cita en la zona, como el águila imperial ibérica o el águila real.
Otra opción de ruta está en La Maliciosa, una de las montañas más importantes de la Sierra de Guadarrama. Si coges la carretera A6, toma la salida que pone Navacerrada y, mucho antes de llegar a este pueblo, verás un desvío que pone ‘La Barranca’, ¡cógelo!
En esta zona de la que te hablo hay un río, fuentes, bancos, grandes explanadas… ¡todo lo que un niño puede soñar! Para los más aventureros, pero sobre todo para los más entrenados (niños a partir de 10 años porque dura tres horas la ruta y el camino está deteriorado), os aconsejo subir hasta arriba del todo porque las vistas son espectaculares: puedes divisar a un lado la famosa antena de Navacerrada y, al otro, Becerril y la parte del embalse de Manzanares del Real.
La importancia de lo que niños conecten con la naturaleza
Estas excursiones de las que te hablo os permitirán a toda la familia salir del estrés de la metrópoli, conectar con la naturaleza y regresar a casa con otro estado de ánimo. ¡Ya verás cómo esa noche dormís todos mejor! Y es que es muy importante que los padres organicemos salidas al campo, porque reporta infinidad de beneficios para niños y para adultos:
- Supone hacer un plan o una actividad diferente para ellos y, por lo tanto, les saca de su rutina y de lo establecido.
- Reduce el estrés. Pequeños y mayores estamos más relajados y ‘desconectados’ y esto influye para bien en nuestros niveles de ‘ansiedad’. ¡Estaremos más tranquilos y la energía fluirá!
- Rocas, hojas, animales… ¡Cuántas cosas nuevas delante de los niños! Y todo eso hace que su cerebro empiece a funcionar y a imaginar en su cabecita nuevos mundos.
- Ofrece otras alternativas de ocio fuera del mundo de los videojuegos y de las pantallas, lo que le invita, además, a realizar actividad física.
- El niño se siente más libre. Tiene más espacio para correr, saltar o jugar… ¡Todo un feliz descubrimiento!
- Potencia sus sentidos. Oler una flor, tocar un roca, escuchar el canto de un ave, el sabor de una hoja de menta… El campo ofrece la oportunidad de experimentar y sentir.
- Despierta su curiosidad y su amor por la naturaleza. El niño toma conciencia de lo necesario que es cuidar el medio ambiente con acciones como no tirar al suelo papeles o bolsas, reciclar…