Son tantos los valores que el estudio de la música transmite a los niños que desde que tuve a mis peques en mi tripa pensé que las iba a animar a ir clases. He tenido la suerte de que cerca de mi casa tenemos una escuela municipal de música y que, los primeros años, mi hija mayor asistió al centro con sus dos mejores amigas. ¡Todo se puso de nuestra parte! Y así ha sido como desde los tres años, mi mariposa está inmersa en el aprendizaje de la escala de las siete notas. Y ahora, la pequeña, ha querido seguir sus pasos.
Beneficios de que tus hijos se inicien en el estudio de la música
Recuerdo que la profesora y pedagoga de segundo de infantil del colegio nos comentó en una reunión que se notaba los alumnos que iban a clases de música, porque destacaban en matemáticas, tenían facilidad para expresarse mejor y solían desarrollar la memoria y su capacidad creativa.
Además del efecto que puede tener en su cerebro, el aprendizaje y el estudio de la música transmite a los pequeños muchos valores. ‘Los niños deben estudiar música porque les enseña a tener paciencia y disciplina y a trabajar y ver que los resultados no siempre son inmediatos, que para conseguir las cosas hay que ser constantes. También estudiando música aprenden a valorarla y a disfrutar de ella y, por supuesto, les acerca a la cultura en general’, explica Alena Novas Pérez, profesora de música.
No existe ninguna edad concreta para empezar, aunque se recomienda a partir de los tres años. En las clases iniciales los niños aprenden a cantar, a moverse al ritmo de la música, a conocer los diferentes instrumentos musicales e incluso a tocar los instrumentos de pequeña percusión. Y así recuerdo salir de clase con mi hija y sus compañeras y hacer todo el camino de vuelta a casa recitando lo que habían aprendido ese día. ¡Era muy divertido!
Con ocho años, mi hija mayor ya ha elegido instrumento. Y aunque pasó de la batería a la guitarra española, ha terminado por decantarse por la flauta travesera (aunque dudaba en escoger el violín y reconoce que le gustaría probarlo algún día). Al final, el mejor criterio y el más importante es que al pequeño le guste cómo suena, cómo se toca y todos los aspectos relacionados con el mismo. ‘Es verdad que, por ejemplo, un instrumento como el violín requiere un oído especialmente bueno, pero en principio, todos los niños son capaces de aprender cualquier instrumento’, comenta Alena Novas.
Es cierto que según avanzan y pasan los años, el tiempo que hay que dedicarle aumenta (en casa, si los deberes, los controles y los exámenes nos dejan, ensayamos 20 minutos todos los días), pero ver lo feliz que es creando sus propias composiciones y practicándolas mientras yo estoy jugando al parchís con su hermana menor es muy emocionante.
Hay veces que yo estoy con ella en su habitación cuando repasa sus estrofas y ‘simulamos’ mini conciertos. Yo no entiendo mucho de pulsos y notas largas, pero quiero que sepa que estoy ahí para lo que necesite. También intentamos su padre y yo buscar actividades relacionadas con la música (muy recomendables las propuestas de la Escuela de Música del Reina Sofía) o buscamos en Youtube composiciones de autores famosos como Beethoven, Vivaldi o Bach para escucharlas en familia.
Este ha sido su primer contacto con un instrumento y no sé qué pasará. Por ahora está contenta y yo la veo que progresa a su ritmo. Si algún día me dice que quiere dedicarse a ello profesionalmente, ¡ahí estaremos toda la familia (padres, abuelos y tías) para apoyarla, aunque como dice su profesora ‘es una carrera muy dura porque requiere muchísima dedicación y en la que nunca acabas de estudiar; pero también es una carrera que tiene muchos momentos muy bonitos, ya que salir al escenario para un músico es de las cosas más gratificantes que hay’.