Desde el 5 de octubre, teníamos muy claro que no queríamos perdernos la exposición #InGOYA que acoge el teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa coincidiendo con el 275 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya. Nos habían hablado de una experiencia inmersiva alrededor de la obra del artista, del empleo de tecnología puntera y con una producción cuidada al detalle. ¡La curiosidad nos arrastró hasta allí y, tanto niños y mayores, nos dejamos llevar!
Exposición #INGOYA, arte para las nuevas generaciones
La exposición #InGOYA consta de dos partes diferenciadas. Nada más entrar en la sala destinada a la exposición/proyección/experiencia inmersiva nos encontramos con una retrospección de la obra del artista a lo largo de su trayectoria con los pinceles. Retratos de Goya a gran tamaño nos sorprenden por las esquinas y los niños juegan con las luces, apareciendo y desapareciendo, disfrutando de su silueta sobre el rostro del genio.
Este primer bloque es más pesado para los más pequeños (los míos tienen edades entre 8 y 12 años), se detienen en los cuadros, pero no les llama demasiado la atención ni las fechas ni el momento personal ni más íntimo de Goya o lo que le llevo a pintar tal o cual cuadro. Recorren rápido las paredes llenas de luz en forma de “El sueño de la razón”, “La Vendimia” o “Las majas en el balcón” y se apresuran a coger asiento, expectantes y, también, ¿por qué no decirlo?, un tanto decepcionados. Ya sabemos que la paciencia no es una virtud infantil.
Pero, llega la segunda parte y a todos se nos ponen los pelos de punta. Más de mil imágenes nos envuelven gracias a cuarenta proyectores de última generación que sincronizados con música de clásicos como Albéniz, Falla, Granados o Boccherini, crean una perfecta alianza entre arte y tecnología para acercar al público de todas las edades el talento del genial pintor.
De repente, se hace el silencio. Todos nos centramos en las imágenes y nos dejamos acunar por la música. Los niños sí que balbucean cosas de vez en cuando, «¡mira, mamá, la maja desnuda!», «¡hala, qué bien se ve todo!» o «¡ese cuadro lo conozco pero no sé su nombre!», mientras atienden impactados por la experiencia. A veces, Goya nos insta a hacer un giro de 360 grados para no perdernos detalle, otras veces dejamos la vista fija en una imagen, absortos por la calidad de las imágenes que nos golpean, sí nutren.
Solo nos queda añadir que salimos de la exposición #InGOYA fascinados, con ganas de más. Así que ni cortos ni perezosos paseamos un largo rato por la tienda que nos ofrecía todo tipo de cosas: desde biografías de Goya hasta cojines o camisetas tuneadas. El lugar, el teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, es bastante acogedor, de diseño minimalista y muy colorido. Da gusto traspasar sus puertas y observar cada uno de los detalles. ¿A qué estáis esperando?