¿Que levante la mano todo aquel que tenga en la estantería de su casa ‘El monstruo de los colores’, de Ana Llenas? Seguramente todos los que estáis leyendo este post tengáis un hueco reservado en alguna balda para este maravilloso libro que versa sobre las emociones y que ayuda a los padres a hablar de ellas a sus hijos y a estos a aprender (es un camino largo) a identificarlas. Ahora esta historia salta a los escenarios del Teatro Cofidis Alcázar en una versión cargada de dulzura y ternura que no te puedes perder.
La versión teatral de ‘El monstruo de los colores’ que no te puedes perder
Este personaje creado por Anna Llenas tiene en casa a cuatro fieles seguidores (mi marido, mi mariposa, mi mariquita y una servidora), pero por lo que pudimos ver en la representación (domingos a las 12.30 horas) del teatro Cofidis Alcázar no somos los únicos. Patio de butacas al completo y un montón de niños y niñas con los peluches del monstruo de los colores, eso sí, en tonalidades ‘positivas’ como son el amarillo (alegría), el rosa (el amor) o el verde (calma).
La obra de teatro sigue la cronología de libro. La alegría nos a la bienvenida y todos la aplaudimos y le regalamos al monstruo y a su compañera una amplia sonrisa. Pero… ¡enseguida llega la tristeza! Se nos hace un poco larga, quizás porque no nos gusta. Y aunque tenemos ganas de que pase rápido, lo que no nos esperamos es que en su lugar haga acto de presencia la rabia.
En ese momento mi hija pequeña, que ni se ha levantado del asiento ni ha parpadeado, me mira y en sus ojos puedo leer: ‘Eso es lo que siento yo cuando me escondo debajo de la mesa y me pongo a llorar y gritar’. Me quedó tan impresionada de cómo ha sido capaz de hacer un símil entre lo que ella experimenta cuando se enfada y lo que está viendo sobre el escenario que no puedo más que cogerla de la mano y apretársela con fuerza.
Y así continuamos un rato largo, porque en escena surge el miedo. Todo se vuelve negro y nos hacemos pequeñitos en nuestras butacas. ‘¡Qué pase ya!’, pensamos los que allí estamos. Y parece que esta emoción nos ha escuchado porque poco a poco se difumina para dejar paso a la calma.
Aquí mi pequeña se levanta del asiento porque desde el escenario brotan pompas de jabón y quiere coger una. Me cuenta el oído que la calma es su emoción favorita y, según ella la mía, porque el monstruo hace ejercicios de respiración como los que yo acostumbro a practicar sobre mi esterilla rosa antes de cenar.
Si conoces el cuento, que seguro que sí, ya sabes qué emoción pone el broche final a este mágico espectáculo. ¿De verdad no lo intuyes? Una pista: ¡es todo corazón!