¿Cuántas veces no han llegado vuestros peques del colegio o del parque con los bolsillos llenos de piedras? Es un clásico en el mundo de la infancia. Y es que, a nosotros, como adultos, nos cuesta recordar a veces que las piedras son auténticos tesoros. Por ello, hoy queremos devolverle el protagonismo a los cantos. Así es como se nos presentó la oportunidad de visitar el Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid, con nuestra hija de cinco años y medio.
Y fue todo un dos por uno. Por un lado, las piedras aparecieron en vitrinas como objetos de valor ante sus ojos (después de haberme oído decir a mí centenares de veces “tira eso”, “no te guardes las piedras”, “no cojas cosas del suelo”, “te vas hacer daño con la piedra”, “cuidado que le vas a dar a un amiguito”…) y, por otro lado, iniciábamos nuestro viaje en la Historia por el principio: la Prehistoria.
Un día en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid
Tras un largo período de obras de modernización, en 2014 el Museo Arqueológico Nacional reabría sus puertas y recuperaba su papel de divulgador para acercarnos a los distintos pueblos y culturas de la actual España, desde la Antigüedad hasta épocas recientes. Todo un paseo por un auténtico túnel del tiempo. Y, sin duda, una cita obligatoria para los niños.
Soy de las que piensan que para aprender y disfrutar los pequeños deben iniciarse en los museos con sesiones cortas y con temáticas concretas, ya que a su capacidad de atención no podemos pedirle mucho. Por ello, nos limitamos a visitar solo la planta baja, aquella en la que se encuentran todos los vestigios que la arqueología ha desenterrado de la Prehistoria e inicios de nuestra Protohistoria.
Cantos rodados, bifaces, huesos… nos rodeaban cargados de años y de significado. Y es que una piedra es para el ser humano la herramienta por excelencia. Nos servían tanto para despiezar a un animal y hacer ropa con sus pieles, como para cazar, surcar la tierra o golpear frutos hasta abrirlos. Y de esto saben mucho los niños. Con una piedra delimitan en el suelo su campo de fútbol, juegan a las comiditas o aparece algún pantalón rajado.
A través del material expuesto y del apoyo audiovisual los peques conocerán las primeras actividades económicas y productivas durante los períodos del Neolítico, el Calcolítico y la Edad de Bronce. Aquello que fuimos y que es la base de lo que hoy somos como especie y como cultura. Y es que todo tiene un principio. Por tanto, la Prehistoria es en la cronología de la vida del Homo Sapiens en la Tierra lo que la Infancia en la cronología de la Vida del hombre. Ambas son primeras etapas. ¡Y qué aventura es descubrirlas!
Qué pueden aprender los niños en su visita a Museo Arqueológico Nacional
El mundo prehistórico es tosco, básico, rudo, práctico, basado en cubrir necesidades básicas. Y muy parecido es el mundo infantil. Barro, piedras, construcciones básicas, hacerse cuevas… Sin embargo, ambos están llenos de sensibilidades y emociones con diferentes maneras de expresarse.
Después de nuestra visita al Museo Arqueológico Nacional, mi pequeña asegura ser ‘prehistórica’. Reconocía como suyos los primeros cuencos de barro, ya que son ‘igualitos a los suyos de plastilina o los que hacemos de arcilla’; las primeras prendas sin remate alguno enganchas con algún hueso como ‘los vestiditos que ella le diseña a sus muñecas sacados de algún trapo enganchado con alguna goma’ … Recursos básicos pero tratados con mucha imaginación para mundos paralelos.
Salimos con la promesa de volver otro día al Museo Arqueológico Nacional. Aún nos quedan muchas salas por investigar y será uno de nuestros referentes según vayan avanzando nuestros estudios de Historia. Y, por supuesto, ya tenemos apuntada en nuestra agenda hacer una visita a la Neocueva de Altamira en Santillana del Mar, Cantabria.