El teatro Alcázar de Madrid abre sus puertas, hasta el próximo 12 de enero de 2025, para superar todo un reto. Hacer jugar a las familias con pruebas en vivo dentro del musical ‘El Teatro de los Retos’. Una obra interactiva donde los pequeños son los auténticos protagonistas para demostrar que quieren seguir soñando, inventando y teniendo nuevos retos con los que divertirse. Para ello, tendrán que viajar al planeta Imaginus. ¿Nos acompañas?

En el Teatro de los Retos, ¡nosotros somos los protagonistas!

Se trata de una obra familiar totalmente interactiva donde el público tomamos las decisiones de hacia dónde queremos que vaya la trama. Es real, nosotros tenemos el poder, una vez superada cada prueba, con nuestro móvil en mano (qué felices hace a los peques esta parte de tomar el control), dirigimos a los protagonistas hacia una nueva aventura.

Voy a explicarme un poco. Al entrar en el teatro, cuando nos acomodan, nos ofrecen un QR para escanear con el que vamos a poder participar a lo largo de toda la representación a través de distintas
votaciones. Hay que responder en tiempo real.

El argumento arranca cuando la máquina central de retos deja de funcionar. ¿Qué está pasando? Este artilugio es necesario porque está conectado directamente con el mundo de la imaginación, Imaginus. Manos a la cabeza que empieza el drama. Y es que, sin ella, no hay retos porque la imaginación de los niños y los juegos en familia corren un grave peligro.

El mensaje que transmite ‘El teatro de los retos’

Esto empieza ya. El profesor Neutrón trata de arreglarla con nuestra ayuda (ya sabéis eso de reinicia y revisa si está bien enchufada lo primero). Tras varios intentos y mucho pensar, el profesor cree saber dónde está el fallo: no hay energía suficiente porque el mundo de la imaginación de los niños se está perdiendo.

Pequeños sedentarios con tabletas en las manos donde ven la vida pasar y se olvidan de que son ellos los auténticos protagonistas de sus propias vidas y no toda esa gente que acumula miles de ‘likes’.

La imaginación empieza a ser un bien escaso por culpa de los ordenadores, los móviles y demás dispositivos. ¿Estamos a tiempo de solucionarlo? Y, ¿cómo podemos llevarlo a cabo? Calma que el positivismo inunda la sala del teatro y todos nos ponemos a remar a favor de obra. En el fondo, hasta los pequeños, sabemos los que tenemos que hacer: recuperar la esencia del juego y a poder ser disfrutarlo en familia.

Así que todos juntos, con los protagonistas que están sobre las tablas como guías y organizadores, nos disponemos a jugar. Aquí va un adelanto sin hacer mucho ‘spoiler’. Bailamos, jugamos con globos, con pelotas de playa, a las canastas, a los dardos… y hasta creamos a nuestro propio héroe. Y todo ello, lo hacemos en familia.

Necesitamos tres importantes ingredientes para meter en la máquina y que se obre el milagro de la recuperación. Allá vamos. A jugar y a ganárnoslos. Estos son el pin de la felicidad, una masa voluble para hacer nuestro propio héroe y la tarta de la armonía.

La imaginación es el gran tesoro de la infancia y la esencia de ese niño que siempre llevaremos dentro en nuestra vida adulta. Sin imaginación los peques dejan de jugar, la ciencia deja de avanzar, se abandona el tener un espíritu crítico y hasta la risa se deja de escuchar. No podemos fallar. Así que, ale a darlo todo.

Y es que, la imaginación hay que entrenarla todos los días porque es el mejor cimiento para crear un mundo sano y libre. Es el pasaporte de todos nuestros sueños y con nuestra mente podemos llegar a donde queramos.