¡Qué importante es saber lo que sentimos! Y más importante aún es que nuestros hijos sepan reconocer sus emociones. Y si además saben expresarlas, tenemos mucho camino andado para hacer de ellos grandes personitas. Y aquí el teatro juega un papel imprescindible en todo este aprendizaje. ‘Petit Katarsis. El loco Olimpo de los sentimientos‘ es una obra de teatro para toda la familia muy recomendada para utilizar como herramienta de enseñanza y, además, para pasar un rato divertido con muchas risas. Para abrir boca solo adelanto que acabamos toda la familia sobre el escenario bailando de la Sala Mirador.
‘Petit Katarsis. El loco olimpo de los sentimientos’. Teatro sobre las emociones
El espectáculo es una versión para niños y niñas del ya clásico de la sala Mirador ‘La Katarsis del Tomatazo‘, uno de los shows más longevos de la cartelera madrileña con casi tres décadas de funciones ininterrumpidas.
Ante una obra de teatro el espectador siempre tiene la última palabra, pero por educación, uno se la guarda hasta la salida para comentar si le ha gustado o no; pero aquí, las reglas del juego cambian: durante el montaje el público puede expresar lo que opina sobre la actuación y lanzar o no cosas al escenario. ¡Qué desahogo! ¡Y qué acierto y arriesgado fue llevarlo a las tablas hace años!
Ahora nuestros peques también pueden y deben expresarse. Ale, a lanzar pelotas (ojo, blanditas) contra los actores entre escena y escena. Decir que el patio de butacas estaba lleno de caras de felicidad es quedarme corta. Todos los niños estaban muy pendientes de lo que ocurría en el escenario (los adultos a la misma altura que los peques) para saber cuándo era el momento de lanzar.
Y en escena no ocurría otra cosa que diferentes situaciones de emociones (presentadas con mucha gracia) para poder ver el poder transformador de éstas y acercarnos a la importancia de sentir y expresar con sentimientos, convertidos aquí en pelotazos de colores las que nos emocionan y gritando un fuerte “me importa un pimiento” las que no.
Detrás y delante de todo esto está la Escuela de Interpretación de Cristina Rota. Palabras mayores. Y como hilo conductor una historia que nos lleva a la mitología griega. Y es que, después de miles de años, el fuego de los sentimientos que Prometeo regaló a los niños (humanidad, porque los adultos llevaremos eternamente a un niño dentro) es arrebatado por Zeus y vuele al loco Olimpo de los Dioses.
Éstos los reciben sin saber las consecuencias que tendrá para ellos. Por las tablas desfilan el miedoso Hades, la alegre Afrodita, la triste Atenea… Todo ello al servicio de una mágica aventura para devolver el fuego (los sentimientos) a los niños.
Estamos ante una experiencia muy dinámica y participativa, no solo porque los peques viven su momento catártico lanzando pelotas, sino porque también ayudan a los protagonistas a adivinar películas, bailan e, incluso, sin haber empezado la función y antes de haber presentado las entradas los propios actores nos reciben en el patio introduciéndonos ya en su mundo. Sí, desde que se entra en la corrala el espectáculo empieza y cuando crees que ya has dado el último aplauso ellos también salen a despedirte.
Enseñar a los niños a reconocer y gestionar las emociones, les permite incrementar el control sobre aquello que les ocurre, lo que es fundamental para un adecuado desarrollo de la autoestima. Si sabemos lo que les pasa, si saben ponerle nombre, sabremos cómo afrontar el problema (si es que existe) y poder luchar, por ejemplo, contra la frustración. La educación emocional es tan necesaria como la educación en matemáticas o lengua porque, ante todo, queremos niños felices.