Si en casa nunca habéis participado en una carrera solidaria, ¡no sabéis lo que os estáis perdiendo! Se trata de un plan familiar en el que niños y mayores se lo pasan en grande y todos pueden aprender una gran lección: hay que compartir, pero no competir. Se pueden hacer a lo largo del año, pero en Navidad parece una época en la que los valores que estas actividades transmiten están más vivos que nunca. Apunta las siguientes fechas en el calendario: 18 de diciembre carrera de Papá Noel desde 14 euros (hay packs por si os inscribís varios) y San Silvestriña 2022 el próximo 26 de diciembre en la que el único coste es llevar un juguete en buen estado.

Educando adultos felices y sanos y con valores

Instaurar dentro del seno familiar hábitos saludables es más que obligatorio por parte de los padres. Tenemos que enseñarles a nuestros hijos a comer de una manera sana y equilibrada, asegurándonos un consumo de cinco piezas de frutas y verduras al día, y reduciendo al máximo los alimentos azucarados y ultraprocesados, por no hablar de la importancia de realizar actividad física.

Otras de las responsabilidades de los padres es educar a nuestros hijos en valores como el respeto, la gratitud o la solidaridad.

Todo ello hará que nuestros hijos gocen de un buen estado físico y psíquico, se alejen de la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, sean adultos felices y se integren en la sociedad sin ningún tipo de problema.

¿Qué pensarías si te dijese que se pueden fusionar ambas facetas en un mismo plan familiar? Hoy te quiero contar lo que mis hijas han aprendido después de participar en una carrera solidaria.

Carreras solidarias, una herramienta para educar en valores

educar en valores con las carreras solidarias

El cine, el teatro, las manualidades, la lectura o las salidas al campo forman parte de nuestro repertorio de actividades de aprendizaje y ocio en familia para crear y fortalecer vínculos padres-hijos.

Desde hace un tiempo llevaba pensando un nuevo plan para incorporar a nuestra lista, las carreras solidarias, pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando por fin nos hemos estrenado en esta propuesta y solo puede decir… ¡que queremos repetir!

El objetivo de la carrera era recaudar juguetes para niños. Podíamos comprar nuevos o donar los que teníamos en casa y que ya no usábamos. Optamos por esta segunda opción porque tanto mi marido como yo queríamos que las niñas fuesen conscientes de que tienen demasiadas cosas, que muchas de ellas permanecen en el olvido después de jugar tan solo una vez, y porque es importante que aprendan a compartir sus cosas.

Por otro lado, pensamos que era un plan tan chulo que debía ser difundido por todos los grupos de whatsapp de madres del cole, vecinas y amigos, y así fue como organizamos un plan no solo familiar sino de amigos.

Pero antes de lanzarse a la carrera y de ponerse la camiseta y el dorsal, ¡tocaba llenarse de energía! Esa mañana mi mariposa y mi mariquita me ayudaron a preparar un desayuno saludable compuesto por zumo de naranja, huevo frito y un vaso de leche.

Fue muy bonito ver cómo los tres mayores, de 8 y 6 años, recorrían los 300 metros de la mano y se esperaban si alguno se quedaba rezagado. Si bien es cierto que siempre les hemos dicho que somos como una caja de galletas – si comes una, te comes todas-, nunca pensamos mis amigas y yo que esa frase que repetimos en todos los encuentros, ¡les hubiera calado tanto!

Me impresionó también que, aunque no llegaron entre los primeros (más bien de los últimos) ninguno de ellos parecía enfadado, y eso que mi hija mayor es muy competitiva; al contrario, estaban felices y contentos por haber alcanzado la meta, donde un organizador les obsequió a todos con una medalla (la tenemos puesta en un lugar visible de su habitación, como no podía ser de otra manera).

Las pequeñas, de cuatro años, no fueron tan conscientes de todo lo que vivieron, pero estoy segura que algo de todo lo que vivieron les caló porque a la mañana siguiente la mía preguntó: ‘¿Hoy vamos a otra carrera?’.